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Josué quiere decir “el Señor salva” y corresponde al nombre de Jesús en el Nuevo Testamento. Este libro trata de la redención de los israelitas para la tierra prometida.

Al final del libro de Deuteronomio Moisés unge a Josué pasándole el liderazgo del pueblo de Israel, quien estaba al final de su travesía de 40 años caminando por el desierto. El libro de Josué narra los 20 años que Josué se mantuvo liderando a su pueblo, a quien debía guiar en la conquista de la tierra prometida.

Este es un libro de victoria y conquista, donde vemos a un pueblo debatiendo muchas luchas hasta poder aparecer en su marcha por Canaán, sometiendo a sus enemigos y tomando posesión de la Tierra Prometida.

Es por medio de la conquista de Canaán y de la distribución de la tierra entre las tribus de Israel, donde podemos ver que Dios cumple Su promesa de dar a su pueblo la Tierra Prometida.

En este hermoso libro, considerado como uno de los libros histórico de la Biblia, vemos a nuestro majestuoso Señor Jesucristo pre-encarnado, representado en la figura del “Príncipe del ejercito de Jehová”.  «Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo», [Josué 5:15].

Pues bien, este libro tiene hermosísimas lecciones espirituales para nosotros los hijos de Dios, tal como ha establecido muchos teólogos, basándose en la división de su contenido:

1) Conquistando la Herencia:

    a. Entrando en la tierra (1 – 5)

    b. Conquistando Canaán (6-12)

2) Poseyendo la Herencia

    a. Repartiendo la tierra (13 – 22:9)

    b. Cuidando la herencia (22:10 – 24)

La manera en que Josué guió al pueblo escogido de Dios para tomar la posesión de la Tierra Prometida anticipa la forma como Cristo guía a Su pueblo para alcanzar la herencia eterna.

En la primera mitad del libro podemos ver que Josué cruzó el río Jordán y derrotó al ejército de los cananeos en la Tierra Prometida, mientras que en la segunda mitad narra cómo los Israelitas tomaron la Tierra prometida. Hoy día, nosotros los del pueblo de Dios, el Israel espiritual, debemos asumir una posición similar en nuestro caminar en la fe, sabiendo que nuestra herencia es el reino de Dios, y que nuestro guía es nuestro amado Señor Jesucristo. Veamos:

1) Una vez que pasamos a ser hijos de Dios debido a haber aceptado a nuestro Señor Jesucristo como nuestro Salvador iniciamos la “conquista de la promesa de nuestra herencia en Cristo”, para ello nos enfrentamos a la diferentes conflictos o batallas en contra de nuestros enemigos espirituales, los cuales debemos de superar.

  • «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas», [Josué 1:9].
  • «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna», [Jn 3:16].

2) Cuando hayamos conquistados a nuestros enemigos espirituales debemos de establecer el reino de Dios en todas las áreas de nuestras vidas, viviendo de una forma agradable a Él, en esa preciosa vida en abundancia que nuestro amado Señor Jesucristo nos vino a regalar.

  • «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo», [Efesios 4:13].

3) Al estar en el proceso de ir alcanzado la plenitud del carácter de un cristiano y las recompensas de Dios, necesitamos organizar y establecer esas bendiciones en nuestras vidas.

  • «y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios», [Efesios 3:19].

4) Al alcanzar nuestra herencia en Cristo es obligatorio cuidar lo que Dios nos ha dado, asimismo como multiplicar esa herencia pasándola a nuestra generación tanto natural como espiritual.

  • «He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona», [Apocalipsis 3:11].

 

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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