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59. Santiago

Este extraordinario libro fue escrito por Apóstol Santiago (Jacobo) el medio hermano de nuestro Señor Jesucristo y quien creyera en Él una vez resucitó. El Apóstol Pablo expresa en Gálatas 1:19 «pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor».

Santiago (Jacobo) reconoce a Jesús como el Señor resucitado, refiriéndose a sí mismo como “siervo” de Cristo, título que por amor llevan todos los creyentes en Jesucristo, entregándose a su servicio por amor.

Su contenido abarca varios principios cristianos, veamos:

  • La fe genuina se destaca de manera especial, haciendo énfasis en las obras de la fe, y no en las obras de la ley. Deseo hacer notar que el Apóstol Pablo hace énfasis a que “las obras de la ley” no salvan, mientras que el Apóstol Santiago hace referencia a la importancia de “las obras de la fe como fruto espiritual” “Él dice: «Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18).
  • Asimismo en ocasiones esta epístola es llamada “el libro de las dos sabidurías”, por ser ese uno de sus temas centrales; refiriéndose a la «sabiduría divina», la que viene de Dios y a la «sabiduría humana», la cual el Apóstol Santiago la llama terrenal, animal y diabólica.
  • Otro asunto de suma importancia en este libro es su paralelismo con el libro de Proverbios así como con el Sermón del Monte de Jesús, en Mateo 5 – 7.

 

Amados hermanos y amigos, un tema que se destaca de manera maravillosa es “la prueba del creyente” cuyo trayecto nos puede llevar desde el momento más amargo hasta la victoria gloriosa alcanzada por el poder del Espíritu Santo. Recordando que cada prueba tiene un propósito el cual muchas veces no alcanzamos a entender, y por eso que Santiago 1:2 «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas»; y esto es corroborado con lo que dice Romanos 8:28 «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados».

En este libro también encontráramos maravillosas exhortaciones que a la sazón nos confrontan a examinar nuestro caminar en la fe, ya que nos incita a presentar una vida de testimonio que evidencie nuestro amor y fe en el Señor Jesucristo, pues dice Santiago 2:19 «Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan»; y es que hermanos amados no podemos ser “cristianos de la secretas”, vivir un día en el cielo y otro en el suelo, ya que tal como dice Efesios 2:10 «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas»; algunos eruditos de la Palabra dicen de esto que “las buenas obras no son la causa de la salvación, sino que son el resultado de ella”. Por lo tanto «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22).

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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