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6.03 El Paso del Jordán

Este relato nos habla del paso de Río Jordán, el pueblo de Israel iba rumbo a la Tierra Prometida, Canaán, y para ello debían llegar a Jericó, siendo ese el último límite geográfico para entrar a la Tierra Prometida.

Recordemos que los Israelitas tuvieron que cruzar el Mar Rojo para salir de Egipto, y espiritualmente esto nos habla del Bautismo en Agua, tal como nos dice la Biblia en 1 Corintios 10:2 «y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar». Una vez un cristiano es bautizado en las aguas se está identificando con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, es decir que cuando somos sumergidos en el agua somos sepultados al pecado, juntamente con Jesucristo, o sea que dejamos de practicar el pecado; y cuando somos levantados, resucitamos juntamente con Él.

En esta narración la situación es diferente, pues el cruzar el Río Jordán lleva al pueblo de Israel a recibir su herencia, la Tierra Prometida Canaán. Pero también el cruzar el Río Jordán tiene una enseñanza espiritual y es que simboliza la experiencia de morir al pecado mediante la cual nuestra vieja naturaleza es crucificada con Cristo «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí», [Gálatas 2:20]. Jordán significa ‘descender’, es un símbolo de muerte, de hecho este Río desciende al Mar Muerto, que es el lugar más bajo de la tierra.

En 1 Corintios 10:11 dice «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos». Pero lo tanto deseo hacerles un breve comentario sobre este relato, veamos.

Dice la Biblia que vinieron todos los hijos de Israel vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo [Josué 3:1]. Este versículo espiritualmente nos habla de que el creyente se ha de humillar para ser manso y humilde y en esa condición estar preparado para poseer la herencia, la cual es el reino de Dios.

Pues bien, Jehová les dijo que cuando vieran el Arca de Pacto salieran rumbo a cruzar el Río Jordán, eso simboliza la presencia de Dios con Su pueblo. Por medio del Arca, Dios les mostraría el camino a seguir, los guiaría hasta la Tierra Prometida. Pero para ello tenía una condición única, y esta era “escuchar la voz de Dios”, por lo tanto Josué les obligó a detenerse y a escuchar las palabras que Dios, las cuales incrementaría su fe y esperanza. Amados hermanos y amigos, en cuantas ocasiones Dios nos ha dado promesas, e inmediatamente anhelamos arrebatarlas sin recibir las instrucciones precisas de Dios? Es necesario que saquemos ese tiempo para meditar en oración, buscar respuestas en Su Palabra, esto nos permitirá actuar de la forma correcta.

Cuando los pies de los que llevaban el Arca fueron mojados, esta fue la señal para Dios mostrar Su poder y Su fidelidad al pueblo de Israel. Si trasladamos esa lección espiritual para el día de hoy podríamos decir que el Arca es figura de Jesús y los pies son figura de llevar el Evangelio, es decir que cada uno de nosotros debemos llevar la Evangelio a otros tal como Jesús nos encomendó en Mateo 28:19-20 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén».

Esta narración nos comenta que las aguas se detuvieron, ¡que milagro tan maravilloso! Ese acontecimiento ocurrió en la época de la inundación anual, cuando el río se desbordaba, y las aguas se detuvieron lejos ciudad de Adam, y es eso es un símbolo espiritual de que Dios trata con la naturaleza pecaminosa adámica. Dice el verso que “las aguas que descendían se acabaron”, esas aguas iban al Mar Salado, aguas que además de saladas eran amargas y nauseabundas, tal como es el pecado.

Finalmente vemos que todos iban seguros rumbo a Canaán, cuando los Israelitas cruzaron el Río Jordán Dios transformó sus corazones y nunca más ellos quisieron regresar a Egipto, el cual es figura del mundo. Igual ocurre con nosotros cuando hemos sido crucificados con Cristo y vivimos la vida en abundancia que Él nos vino a regalar, no nos interesa nuestra pasada y vana manera de vivir en el mundo y sinceramente podemos decir «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas», [2 Co 5:17].

Hoy nosotros, el Israel espiritual debemos crucificar nuestra naturaleza pecaminosa, y de esa manera estar listos para ir a la gloria celestial, a nuestra herencia, ‘el reino de Dios’, reinar con nuestro amado Señor Jesucristo.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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