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43.21 Jesús Anda Sobre el Mar

Esta hermosa y extraordinaria historia nos muestra de manera contundente que nuestro Creador, el Señor Jesús tiene absoluta autoridad sobre todo el universo.

Es importante recordar que Jesús había hecho anteriormente la multiplicación de los panes y peces, y Él viendo que luego de esto la multitud estaba dispuesta a hacerlo Rey, les dice a Sus discípulos que se le adelantaran en la barca y fueran a la otra ribera, (Marcos 6:45), mientras Él despedía a la multitud para que fueran a sus casas. Esto nos permite pensar que Jesús se reuniría más adelante con ellos. En fin, envía a los discípulos solos en la barca, y se retiró al monte a orar, Él deseaba estar a solas en comunión con Su Padre.

Como he comentado, toda la Biblia está repleta de enseñanzas para el tiempo presente las cuales glorifican a Jesús y tienen una aplicación para nosotros hoy.  A continuación veamos la explicación que les comentaré.

Allí estaban los discípulos rumbo al otro lado, obedeciendo las instrucciones dada por Jesús, remando por largas horas, a una distancia que les lleva al cansancio, muy a pesar de muchos de ellos ser pescadores, acostumbrados a la labor. Me los imagino con sus hombros cansados y sus manos adoloridas de tanto remar. Sus oídos escuchando un compás angustiante de olas embravecidas, el rugido del viento y las velas moviéndose de manera extremadamente agitada. Sus ojos entenebrecidos de la oscuridad. Todo ese momento tan dificultoso que estaban viviendo los había embargado de temor. Tú y yo hemos tenido situaciones similares, tiempos de tantas angustias que nos sentimos perdidos en la oscuridad, como si una densa tiniebla arropara nuestro entorno, y esa aflicción nos llevara a considerarnos desorientados.

Pues bien, lo hermoso de todo esto es como continúa la narración de esta historia, apareciendo Jesús, quien vigila los pasos de los Suyos, como poderoso gigante emerge en la escena. Como Dios que es Él, sabía que Sus discípulos estaban pasando por gran angustia, y viene a su encuentro, viene a salvarlos, entonces fue que ellos vieron a Jesús caminar sobre el mar. Fue tan asombrosa e inesperada la aparición que ante su desesperación pensaron que era un fantasma, pues es insólito, increíble, imposible ver a alguien caminar sobre las aguas como si fuera tierra firme. Para ellos fue una ocasión para temer. Estoy segura de que a mí me hubiese ocurrido lo mismo.

Este maravilloso milagro sobrepasa todas las leyes naturales, es tan asombroso y único, que hasta hoy día nadie lo puede repetir. Este milagro sella ante los ojos de los discípulos el reconocimiento de la Deidad de Jesús. Luego Jesús les dice «Mas él les dijo: Yo soy; no temáis», (Juan 6:20). Una forma de calmarlos ante la angustia, de darle consuelo por su temor, y hasta de animarlos para que tengan nuevas fuerzas y alcancen la victoria que Él les dará; al llevarlos a puerto seguro, es decir salvarlos.

Cuando Jesús dijo “Yo Soy”, estaba afirmando Su Deidad. Les decía a Sus discípulos lo mismo que nos dice hoy a nosotros, asumo que sería algo parecido a: “confíen no tengan temor, Yo Soy quien los ama a ustedes, y a quienes ustedes aman. Estoy aquí para salvarlos. Aunque anden por caminos llenos de dificultades Mi presencia les lleva a puerto seguro, Mi presencia les trae la paz”.

Que bendición tenemos nosotros los cristianos de tener a Jesús, quien nos prometió que nunca nos dejará ni nos desamparará, (Mateo 28:20, Deuteronomio 31:6); en fin que nunca estaremos solos. La mirada amorosa de Jesús, nuestro oportuno socorro, siempre está sobre nosotros.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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