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«Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte», [Heb 8:5].

Uno de los temas principales descrito con detalles en el libro de Éxodo es el Tabernáculo, siendo su definición:  “Literalmente morada; [Éx 40:2]. Fue un santuario terrenal inspirado por Dios como representación de su morada en medio de su pueblo, [Éx 25:8; 29:43; Heb 9:1]. Servía a Israel de tienda de reunión [Núm 4:25] con Dios y describía el camino apropiado para que el hombre se acercara y se relacionara con Dios [Éx 25:8–9; Heb 8:1–10:22]”[1].

Es bueno destacar que el Tabernáculo fue erigido por Moisés en el monte Sinaí conforme al modelo que Dios le mostrara, siendo éste una réplica de lo celestial, [Éx 25:9; Heb 8:5]. Fue construido por los israelitas durante su peregrinación por el desierto, con la notoriedad de que todos los elementos que componen esa tienda hablan del Señor  Jesucristo y del caminar en la fe del creyente.

En fin, Dios ordenó a Moisés que construyera el Tabernáculo de forma tal que Su pueblo pudiera entrar a Su presencia, pues desde que Adán y Eva pecaron en el huerto del Edén, se perdió la comunión que Dios tenía con el hombre; la cual Él quiso reestablecer por medio del Tabernáculo y ese sería “el centro de reunión del pueblo con Dios y el lugar de íntima comunión con Él”.

Era el Tabernáculo una especie de templo, por lo tanto los sacerdotes debían preservarlo en santidad y pureza, ya que allí estaba la presencia de Dios, [Éx 25:8, 22; 40:34, 35], llamada a veces Shekina. Pero hoy la presencia de Dios habita en el corazón de los cristianos, ya que dice la Biblia: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?», [1 Cor 6:19];  «y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén», [Ap 1:6]. 

Por lo tanto, los creyentes estamos llamados a ser santos, «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo», [1 Pe 1:15-16]; puesto que «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor», [Heb 12:14]. 

Por otro lado, el Tabernáculo estaba compuesto de tres partes, siendo éstas:

  1. Atrio o patio: Limitado por cortinas de lino, [Éx 27:9-18]. Esta pared de cortinas, rodeaba el tabernáculo en sí, estaba suspendida por 60 columnas de maderas de acacia, revestidas de plata y sostenidas por pedestales de bronce.

Para entrar al atrio había una puerta que se llamada El Camino, representando el camino para llegar a la presencia de Dios. En el atrio estaba el altar de sacrificios [Éx 27:1-8] y el lavacro o fuente de bronce [Éx 30:17-21]. Allí podía ir todo el pueblo a presentar sus sacrificios.

El tabernáculo propiamente dicho era una tienda cuadrangular dividida en dos compartimentos:

  1. Lugar Santo, [Éx 28:29]: Para llegar allí había que pasar un velo (cortina), llamada La Verdad. Allí estaba la mesa de los panes de la proposición, altar de incienso y el candelabro de 7 brazos. En este lugar solamente podían entrar los sacerdotes.
  2. Lugar Santísimo: Para entrar allí había que pasar el velo (puerta) llamado La Vida. El único mueble ubicado allí es el Arca del Pacto. A este lugar únicamente podía entrar el sumo sacerdote una vez al año, no sin llevar sangre, la cual ofrece para expiar (cubrir) los pecados de sí mismo y los pecados del pueblo, [Heb 9:25].

Amados hermanos y amigos, es hermoso saber que nuestro Señor Jesucristo vino a la tierra y fue el sacrificio y Sumo Sacerdote, y llevó todos los pecados tuyo y mío, (pues Él nunca cometió pecado) se presentó por nosotros ante Dios y así quitó (borró) todos nuestros pecados una vez y para siempre. Fue Su sacrificio en la cruz lo que quitó de en medio el pecado y pronto aparecerá por segunda vez, ya sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperamos [Heb 9:23-28].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

 

[1] LBLA índice de tópicos, electronic ed. (La Habra, CA: Foundation Publications, Inc., 2000).

 

1 comentario en «7.3 El Tabernáculo»

  1. Lourdes Gutiérrez Herrera

    Waho, Gracias por esta enseñanza tan clara, sobre el tabernáculo, en verdad me has hecho entenderlo muy claro y tan representativo de la venida de Cristo y mi conversión e Él, Dios te Bendiga

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