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7.4.3 Jesús Calma la Tempestad

En esta ocasión deseo comentarles de uno de los milagros de Jesús, titulado “Jesús calma la tempestad”.

Nos cuenta el relato que Jesús les dijo a sus discípulos: “pasemos al otro lado”; y esto me puso a pensar en las tantas ocasiones en la que el Señor nos lo dice a nosotros o permite que acontezcan situaciones que nos obligan a “ir al otro lado”; lo cual significa que vienen cambios de escenarios y de eventos.

El Señor acoge en sus brazos a todos los que les buscan, tal como dice en Santiago 4:8 «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes». Nuestro amado Señor y sus colaboradores no se trasladaron al ‘otro lado’ sin antes despedir a la multitud que les acompañaba, no sabemos de qué forma fue la despedida pero si estoy segura de que Él les atendió y despidió con amor. Algunos les siguieron, no se fueron, pues dice había ‘otras barcas’.

Los discípulos estaban con Jesús, quien al igual que ellos y nosotros, en su condición humana se cansaba y necesitaba dormir. El dormía tranquilamente pues sabía que todo estaba ‘bajo su control’. Sin embargo llegó un momento de prueba severa, ellos estaban en la barca y el mar entró en la barca y esta se empezaba a hundir, y allí acudieron al Señor, y les dijeron algo parecido a ‘nos vas a dejar morir’.

Las aflicciones, problemas, dificultades, etc., para nosotros los cristianos tienen un nombre y se llaman ‘pruebas’, las cuales son necesarias para nuestro crecimiento espiritual. Nuestro amado Dios las permite en su soberana voluntad, para fortalecernos en la ‘fe’ y que reconozcamos que dependemos totalmente de Él.

Algunas veces al referirnos a nuestro período de prueba decimos: ‘estoy pasando por el desierto’, y es bueno que recordemos que entre desierto no es nuestro lugar de permanencia, es solamente una zona de paso. Sí hermanos y amigos, nuestras pruebas son temporales y tienen como objetivo “enseñarnos algo”; las pruebas siempre tienen propósitos divinos, por ejemplo Dios probó a Ezequías para revelarle el orgullo que había en su corazón [2 Cr 32:31].

Esto me recuerda a un ejemplo que siempre usa el Apóstol Fernando Ortiz, la cual le tomaré prestada. Es el caso del ‘diamante’, el se forma en la parte de abajo de las rocas bajo mucha presión, se cristaliza y se vuelve diamante y no hay piedra más fuerte que esa; pero tuvo que soportar calor, prueba, presión y tiempo. Asimismo Dios permite que pasemos por diversas pruebas, porque nos quiere hacer diamantes.

Dice Santiago 1:3 «sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia». La paciencia es uno de los frutos más bellos que podemos desear o tener. En Hebreos 11 vemos que por la fe hubo gente que alcanzó con ‘paciencia la promesa’; sí, y muchas de nuestras pruebas tienen que ver con las promesa que Dios nos ha dado y lo que Él promete lo cumple, aunque habrá momentos en que no ves el cumplimiento de lo prometido, pero aún así debes permanecer esperando en paz pues pronto se hará evidente la anhelada promesa que esperas.

!Qué hermosa enseñanza nos da la realidad de ese milagro! Ese suceso aconteció hace más de dos mil años pero en cualquier momento que lo leamos tomará vida en nuestras circunstancias.

Es bueno saber que en el lago llamado el mar de Galilea eran muy frecuentes la aparición súbita de tormentas o tempestades. Los judíos reconocían que el que gobernaba y dominaba ‘las fuerzas de la naturaleza’ es Dios, por eso los discípulos se maravillaron al ver que los vientos obedecieron a Jesús cuando le dijo: «Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza», [Mc 4:41]. El Señor de la creación, le habló a la naturaleza y ella obedeció, demostrando el poder y la autoridad de Jesús ante la fuerza implacable de la naturaleza.

Mis amados hermanos y amigos, hoy día, Dios continúa hablando a la naturaleza pero también nos continua hablando a nosotros los hombres; procedamos a escuchar su voz y hacer su voluntad con deleite, pues todo lo que Él quiere darnos a nosotros es bueno, agradable y perfecto [Romanos 12:2], aunque no lo podamos entender en el momento.

Concluyo dejando en sus corazones esta promesa que nos da el Señor en Su Palabra «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse», [Romanos 8:18].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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