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7.2.6. El Trigo y la Cizaña

«Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo», [Mt 13:28-29].

Dice Mateo 13:36 «Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Esta fue la segunda y última parábola a la cual Jesús dio Su interpretación, por lo tanto la ilustración en la gráfica que les presento está basada en la explicación que dio el Señor a la misma, y que está registrada en Mateo 13:36-42.

A continuación le expongo mis comentarios con respecto a esta maravillosa parábola.

En la parábola del Sembrador, en la cual tal como Jesús nos dijera ‘la semilla’ es figura de la ‘Palabra de Dios’, sin embargo, es bueno notar que en esta parábola del Trigo y la Cizaña ’la semilla no es la Palabra de Dios’, aquí se nos habla de dos tipos de semillas ‘la semilla buena, representada por el trigo’ y ‘la semilla mala, representada por la cizaña’, ambas respectivamente son figuras del ‘los hijos del reino’ y ‘los hijos del malo’.

Pues bien, primero deseo darles mi parecer de las enseñanzas principales de esta parábola, que son:

+ La coexistencia actual en este mundo de los buenos y de los malos, es decir de los hijos de Dios y de los hijos de Satanás.

+ La futura separación definitiva los buenos y de los malos.

+ El Fin del mundo, el día del juicio final y la condenación de los hijos de Satanás.

+ La Segunda Venida de Cristo y la esperanza de la vida eterna para los hijos de Dios en el establecimiento del Reino de Dios.

Inicio mis comentarios recordándoles que “todos somos criaturas de Dios, pero no todos somos hijos de Dios”; así como también “que Satanás es nuestro enemigo, el existe y es un personaje espiritual real”. Con esto claro, es más fácil entender los dos tipos de “hijos” de los cuales habla esta parábola, unos son los hijos del reino, es decir los hijos de Dios; y otros son los hijos del malo, o sea los hijos de Satanás. Algunos de ustedes pensarán que Satanás no tiene hijo, entonces debo decirles que “sí los tiene», tal como lo dijo Jesús en Juan 8:44 «Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer».

Ciertamente también están los “hijos de Dios” tal como expone 1 Juan 3:1 «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él», pero para ser llamados hijos hay que conocer a Dios, aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador y todo lo que eso conlleva, vivir una vida en obediencia a Dios poniendo por obra Su Palabra.

La Cizaña es una especia de “hierba mala” que se asemeja en demasía al trigo, planta alimenticia de la cual se derivan muchos de los principales alimentos de nuestra canasta familiar. Ambas plantas son espigas, siendo su diferencia primordial “el fruto” «O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol» [Mt 12:33]. La cizaña no da ningún tipo de fruto, recuerdo una hermana en Cristo que dice que a la cizaña ella la llama “hierba venenosa”, porque el fruto de ella es “la maldad”.

Como su esencia de “hierba mala” la cizaña crece en los campos cultivados, es decir junto a árboles que dan frutos; y en el caso del trigo al tener tanto parecido con éste en la primera etapa de crecimiento es casi imposible reconocer su existencia, y ya una vez desarrollada la situación se torna aún más difícil pues las raíces de las plantas se entrelazan y si se intentara sacar la cizaña pues también se arrancaría el trigo.

Yendo al ritmo del relato, la parábola inicia «… diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue», [Mt 13:24-25].

Los versículos anteriores traen a mi memoria el relato de Génesis donde habla de la creación «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera» [Gen 1:31], y aparece en el escenario la serpiente, Satanás, y le dice a Eva «sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal», [Gen 3:5]. Satanás fue a sembrar ‘la maldad’ en un campo que no era de él, al igual como lo hizo en esta parábola.

Mis amados hermanos y amigos, un detalle muy importante es que vemos que esta actividad fue realizada ‘mientras dormían los hombres’ y la palabra dormir es figura de una ‘actitud del creyente a satisfacer los deseos de la carne, amar las cosas del mundo y apartarse de Dios’. Recordemos hermanos que la Biblia siempre tiene una enseñanza para nuestras vidas tal como dice Romanos 15:4 «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza». Debemos estar apercibidos y cuidar nuestras vidas, siendo obedientes a la Palabra de Dios y evitando las tentaciones, entre muchísimas cosas más.

Si bien es cierto que el sembrador es ‘el Señor’, no es menos cierto de que nosotros somos los responsables de estar atentos y alejarnos del mal para no caer en tentación. El Señor nunca duerme tal como expresa el Salmos 121:3 «No dará tu pie al resbaladero ni se dormirá el que te guarda». Cuidémonos de no permitir que la maldad sea sembrada en nuestros corazones, apartamentos de todo lo que no nos permita vivir una cristiandad victoriosa, de toda maldad, vicios, pecados, etc. «Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron», [Heb 2:1,3].

Vemos que el relato nos dice que cuando apareció la hierba y dio fruto, luego también apareció la cizaña, y entonces los siervos del sembrador le cuestionaron sobre el tipo de fruto que había sembrado y querían saber por qué había cizaña, esa fue una forma de informarle que el campo tenía esa hierba mala. De inmediato vino la respuesta ‘un enemigo ha hecho eso’. Luego ellos mismos se ofrecen para arrancarlas, pero el sembrador le responde que no de manera que no arranque junto con ella el trigo, que dejen que sigan creciendo juntos. Les contó a ellos que él tiene un plan para hacer esa separación definitiva, y que no son precisamente ellos sus siervos los que atenderán a su encargo. Dice que al tiempo de la siega dará instrucciones a sus segadores de qué hacer.

En términos espirituales Jesús con esta parábola nos habla del ‘juicio venidero’, tiempo escatológico que nosotros ya estamos viviendo y con ello esperando anhelante la ‘pronta venida de nuestro Señor Jesucristo’, ¡Que hermosa esperanza y promesa tenemos!

Mis amados hermanos y amigos, desde el momento que aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, nuestras vidas cambió, pues Él con Su preciosa sangre conquistó el territorio de nuestros corazones donde enarbola Su bandera de amor, ese amor inagotable con el que Él nos ama y el cual nos ha sumergido en el corazón de nuestro amado Dios, y por eso confiamos que un día se hará vida en nosotros lo que dice Mateo 13:43 «Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga».

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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